Diego 32 años, casado.
¿Ir al psiquiatra? ¡Si no estoy loco!
Ésta fue la primera reacción que tuve al estar frente a la posibilidad de acudir a un psiquiatra. Nunca pensé que en mi vida tuviera que recibir ayuda de este tipo, ¿Por qué yo?
La naturaleza es muy sabia y nos ha dotado de señales de alarma, que se encienden cuando algo no está bien. Cuando mi cuerpo se manifestó con reacciones que nunca había sentido, pude darme cuenta de que algo andaba mal, y que esta vez no era una dolencia física, sino emocional, llamada angustia.
Si yo pudiera dar alguna recomendación, sería estar atentos a lo que nuestro cuerpo nos dice, y sobre todo abrir la mente a la posibildad de que podemos enfermar de ansiedad o depresión y acudir al especialista correspondiente, sin ningún tipo de complejo ni vergüenza.
Al principio, no sabes cómo interpretar los síntomas que tu cuerpo manifiesta, acudes al médico, y en esa primera consulta el medico al no ser especialista te dice que no tienes nada, sigues sintiéndote cada vez peor, te desespera no saber qué tienes, te estresas, te preocupas, te angustias, hay en tu cabeza mil suposiciones. Esto se convierte en tu forma de vida, sin saber que este cúmulo de emociones agudizan aún mas tu enfermedad y que estás inmerso en un círculo vicioso.
Cuando al fin sabes cuál es el origen de todo, hay sentimientos encontrados: por un lado enfrentarte con el hecho de que necesitas ayuda psiquiátrica, una situación que quizá jamás te imaginaste, pero por otro lado, saber que por fin estás en el camino correcto para tratar tu enfermedad.
Al principio no es fácil, nos enfrentamos a situaciones nuevas, por ejemplo; no estamos acostumbrados a entablar una conversación franca, abierta y directa con una persona que acabamos de conocer (nuestro psiquiatra), pero según mi experiencia, ese es el primer paso que debemos dar en este camino que conduce a la recuperación.